Vivimos en un mundo crecientemente interdependiente y globalizado. Situaciones que ocurren en diferentes partes del mundo tienen la capacidad de incidir en nuestro diario como nunca antes en la historia. De la misma manera, las políticas contemporáneas diseñadas y desarrolladas en otros lugares del mundo, incluso en contextos radicalmente diferentes a los nuestros, pueden tocarnos de manera directa. 

 Conforme pasa el tiempo, esta realidad se va haciendo más y más presente en todo cuanto nos rodea. Los gobiernos de los países, así como quienes tienen la capacidad política (y económica) para generar políticas públicas y sociales diseñadas para proteger a las poblaciones, así como para diseñar políticas en materia de educación, salud entre otras, tienen muy presente este fenómeno y suelen utilizarlo a su favor. Desde esta perspectiva, suelen generar discursos diseñados para que nos mantengamos dentro de los márgenes de la sociedad en la cual nos encontramos sin cuestionamientos.

La utilización del discurso para crear imaginarios sociales es una herramienta que se utiliza cada vez con más ahínco. El resultado va en dos frentes: quienes obedecen y quienes se sublevan. Desde este segundo grupo surgen los movimientos sociales. Estos movimientos, con las capacidades que confieren las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, están comenzando a trascender fronteras nacionales y se han ido globalizando intentando transformar el mundo en que vivimos. 

El mundo y las sociedades son sin duda cambiantes. Entonces, resulta, más que interesante, sumamente imprescindible conocer estos procesos para poder entender mejor como está compuesta nuestra sociedad contemporánea.